#MujeresTerritoriosdeLucha: defensoras de derechos humanos en América Latina

Instituto Pacs
6 min readAug 28, 2020

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Por Instituto Políticas Alternativas para o Cone Sul (Pacs)

En vista del campo de debates Mujeres y Megaproyectos, el Instituto Pacs ha realizado una serie de entrevistas con mujeres luchadoras de distintos territorios de América Latina. Hoy compartimos un fragmento de la entrevista realizada con Teresa Boedo, activista feminista y defensora de Derechos Humanos. Desde Guatemala, Teresa es también coordinadora de la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos y estuvo con nosotras en nuestro primer episodio del Ciclo de Debates de la Campaña #MujeresTerritoriosdeLucha, disponible integralmente en nuestro canal de Youtube. La entrevista fue realizada por Marina Praça, coordinadora y educadora popular, y Ana Luisa Queiroz, investigadora y educadora popular, ambas del Instituto Pacs.

Foto: Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos | Reprodução

¿Puedes hablar de forma geral sobre el contexto centroamericano con respecto a los megaproyectos, su forma de operación, impactos y las relaciones de poder que sostienen esos emprendimientos?

Teresa: Lo que quería yo aportar, con respecto a la profundización del modelo extractivista en la región y de esa necropolítica a que estamos sometidas, es que hay efectos de violencia, de despojo, de desplazamiento forzado y represión cada vez mayor contra comunidades enteras, sobretodo comunidades indígenas, campesinas, afrodescendientes. Eso configura una tendencia en que la violencia es creciente y está forzando un desplazamiento masivo, cuyo reflejo vemos en caravanas migrantes en la región ahora mismo. Importa mencionar que esa lucha también se hace sostenible por el control de los recursos naturales a partir de territorios de donde las personas están saliendo masivamente. Las movilizaciones, o las fuerzas de movilización, en favor del derecho al agua — como en El Salvador y Guatemala, a partir de la aprobación del Ley de Agua, o como en México, con todo eso del Tren Maya y la explotación de los recursos naturales por un megaproyecto turístico -, sufrieron con la represión y la fuerte violencia por parte del Estado y de las empresas extractivistas. Cada vez más se amplía esta violencia y represión y, además, sin ningún costo político. Y también vemos que hay recrudecimiento de esos conflictos territoriales. Ya no son luchas que se quedan en los territorios, sino que los actores intervinientes se complejizan mucho. Este modelo extractivista también se está extendiendo y expandiendo en la región gracias al mayor poder que va teniendo las fuerzas armadas en los diferentes Estados. Se les está devolviendo el poder a las fuerzas armadas y a los militares, lo que provoca un control territorial por parte de militares, fuerzas policiales y paramilitares. Te pongo el caso de Honduras, El Salvador y, ahora más recién, Guatemala, donde los gobiernos están adoptando una política de ampliación de los cuerpos de élite, tanto de la policía como de las fuerzas armadas, otorgando, haciendo procesos de reclutación masiva, aumentando esas fuerzas en más de 10 mil, 15 mil, 20 mil efectivos en diferentes países. Lo que también nos preocupa demasiado en ese proceso es el vínculo con la inteligencia israelí, la presencia de Mosak y la compra de armamento y equipamientos bélicos de Estados Unidos.

Por ejemplo, en Honduras el ejército acaba de recibir 4 millones de dólares para el agronegócio. ¿Desde cuándo el ejército tiene competencia a nivel de agricultura en los países? Entonces sacan convenios de este estilo que lo único que hacen es perpetuar o facilitar un control territorial por parte de las fuerzas armadas. Y lo que estamos viendo con mucho horror es el aumento de los diferentes cuerpos de élite. Cada vez sacan una nueva policía — “dirección policial de no sé qué” — justamente para permitir esta presencia, que es mayor, claro, a nivel territorial.

También vemos que las políticas neoliberales recientemente aprobadas en los países centroamericanos reducen el presupuesto en educación, en salud y lo aumentan en temas de inversión extranjera y para las fuerzas armadas, lo cual está profundizando cada vez más la desigualdad y el empobrecimiento de la población. Ese modelo extractivista se extiende en la región y prevalece en nuestros países porque es fomentado por actores del Estado. Es decir, con niveles de corrupción e impunidad enormes en los que, como decía, no hay ningún costo político, lo que hace que ese modelo pueda amplificarse. Y, bueno, lo que estamos viendo con mayor preocupación es que esos conflictos territoriales están viniendo acompañados, aún más, de procesos de criminalización y judicialización de los defensores de la tierra, del territorio y de los bienes naturales. Ahora vamos a sacar un informe mesoamericano de los últimos tres años (2017, 2018 y 2019), en que vemos un crecimiento de los asesinatos especialmente de integrantes y líderes de movimientos campesinos indígenas a frente de procesos de defensa de los recursos naturales, como es el caso de Honduras y Guatemala. Preocupa, sobretodo, el nivel de asesinatos, pero lo que vemos es una mayor judicialización y criminalización en todos los niveles, principalmente de las compañeras en defensa del territorio — comprendiendo aquí criminalización como un fenómeno que no sólo se enmarca dentro del sistema judicial, sino que va desde campañas de desprestigio, estigmatización de la labor de las mujeres defensoras, amenazas, hostigamientos, o sea, por parte de la comunidad a lo interno de las organizaciones. Un fenómeno que nos preocupa muchísimo. Esos elementos, así, están inseridos en la permisividad que el modelo extractivista está teniendo en la región.

¿Cómo la lógica patriarcal se relaciona con el modelo de producción extractivista neoliberal?

Teresa: Para empezar, tenemos un mapa de actores muy complejo y obviamente patriarcal desde el momento en que vemos una imbricación de actores estatales y paraestatales, pero también del narcotráfico. La región tiene mucha fuerza y presencia de los narcos, los carteles y las maras [1], y eso se imbrica con los poderes estatales. Sin embargo, también hay fuertes vínculos con actores evangélicos y neopentecostales, que son históricamente patriarcales y abiertamente antifeministas. Y se ven vínculos fuertísimos en las estructuras del Estado, pero también en los poderes militares y élites políticas y económicas de los países. No queremos perderlo de vista, pero me gustaría mencionar que los mecanismos regionales de derechos humanos están liderados por personas abiertamente antifeministas y antigénero, en contra del debate sobre desigualdad de género en la región. Menciono al Magro de la OEA [2], con su agenda completamente ambivalente con relación a los derechos humanos, con un rol nefasto en países como Nicaragua, Guatemala y Puerto Rico, sin ser capaz de posicionarse en contra de las violentas represiones de los Estados en toda la región y sacándose foto con actores bastante dudosos. Para nosotros, el intervencionismo y las políticas neocoloniales por parte de los Estados Unidos de la era Trump han recrudecido. Me parece, además, que hay un peso súper patriarcal y neocolonial que tenemos también en la región y que todo eso viene acompañado de una crisis profunda de la izquierda, en que los aliados a los movimientos sociales o la sociedad civil organizada están desvirtuados. Lo vemos con respecto a la situación en Nicaragua, donde ha habido una total negligencia por parte de las fuerzas de izquierda de hablar de una crisis sociopolítica en el país.

Podríamos reproducir el mismo análisis de coyuntura para Brasil.

Teresa: Sí, es lo que hablábamos, el tema de la ideología de género como el paraguas antifeminista. El otro día tuvimos una sesión con una compañera brasileña llamada Sonia Correia, que está realizando una investigación con todos los actores antifeministas en la región. ¡Fue un webinar espectacular! Porque pensábamos que era una cosa inicialmente liderada por la iglesia católica, pero no. Aquí hay una imbricación de actores. O sea, hay un efecto aglutinador bien pensado y estructurado, no tan radical, extremista o conservador, pero que ha conseguido a través de campañas como, por ejemplo, “no te metas con mi hijo” [3], lograr un efecto cohesionador de actores que no necesariamente estaban, desde el origen, en una posición antifeminista o antigénero, pero que fueron conducidos. Fueron construyendo esas ofensivas, en la medida que avanzamos en nuestros derechos. Además, para nosotros el peligro es que todo eso no sólo viene de la iglesia católica, evangélica, etc. Las ofensivas antigénero son apoyadas, de igual modo, por empresas nacionales e internacionales, para seguir ampliando influencia en los diferentes territorios. Una reflexión necesaria es sobre cómo se entrelazaron con esos distintos actores, incluyendo aquí el crimen organizado, para garantizar esa influencia, esa presencia.

Disponible en portugués: https://medium.com/@pacsinstituto/mulheresterrit%C3%B3riosdeluta-defensoras-de-direitos-humanos-na-am%C3%A9rica-latina-97327f5a7f3

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